
Narra la historia de dos cuadros del siglo XIX que representan a la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción, heredados por el autor Gustavo A. Vives Mejía. El primero, un dibujo al carboncillo inspirado en las obras de Bartolomé Esteban Murillo, fue realizado en 1875 por Eduardo Villa Vélez, un hombre culto y colaborador de publicaciones de su época. El segundo, una pintura académica de estilo refinado, fue creada por María Posada de Villa, alumna del maestro Epifanio Garay y destacada artista de finales del siglo XIX. Ambos cuadros llegaron a manos del autor por la unión matrimonial entre Daniel Villa, hijo de Eduardo Villa, y María Posada, quienes fueron los abuelos maternos del autor. Gustavo Vives Mejía, especialista en historia del arte colonial, ha realizado diversas investigaciones y publicaciones sobre el arte en América Latina.